lunes, 4 de octubre de 2010

De los errores uno aprende.

Toda la vida he sido una niña inocente, ciega, con pocas ganas de tener enemigos.
En clase se reían de mí, me enfadaba y lloraba, pero luego olvidaba. Me he pasado la vida olvidando sin saber guardar rencor a nadie, siempre he creído que era lo mejor. Al no guardarles rencor y ofrecerles todo mi cariño, no era posible que se convirtieran en enemigos. Y si no son eran enemigos, es que eran amigos, ¿No?

Pero después de toda una vida, he aprendido, que aunque no sean enemigos, no significa que sean amigos. Que no se puede ir de buena persona por la vida pensando que ofreciendo cariño a la gente, esta gente se convertirá en amistad. He llegado a ofrecer todo mi cariño a personas que se han burlado de mi, que se han aprovechado de mi, que me han pisado como si fuera una estúpida cucaracha, y aun así, les he perdonado una y otra vez. Olvidando todo lo que me habían hecho, pensando que simplemente habían cometido un error (como todos los humanos cometen) y sin guardarles ningún tipo de rencor.

Por fin he aprendido (a base de muchas hostias) que a estas personas (a mi vista, totalmente inhumanas y sin corazón) sí se les tiene que guardar rencor. No se puede hacer borrón y cuenta nueva, porque se te vuelven a subir a la chepa y a menospreciar todo tu cariño.

1 comentario:

  1. Estas cosas hay que aprenderlas, por las buenas o por las malas pero es importante saber reaccionar.

    Como se suele decir, hay que perdonar, pero no hay que olvidar.

    ResponderEliminar